Que las lesbianas sienten una fascinación con los gatos, o más bien con las gatas parece ser un hecho. Me excluyo porque no comparto ese amor por los felinos y no conocía de tal hecho hasta hace no mucho tiempo. Pero sí la gata de tu mujer te hace ronroneos y gracias cuando llegas a verla es imposible no encariñarse, aunque después no te mire en un buen rato.
Sigo prefieriendo a los perros, pero ahora me enternezco al ver un cuchito jugando en el árbol que está junto a mi ventana.
viernes, 16 de mayo de 2008
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