martes, 27 de febrero de 2007

Je ne t'aime plus

El insomnio anoche me hizo recordarte nuevamente, recordar hace un año cuando estaba sufriendo porque estabas lejos y no podía ir a buscarte como hice tantas veces después, llorando cuando llegaba la noche y te llamaba y no querías contestarme. Me acordé también de después, cuando te arrancaste, cuando me pediste que me alejara (¡más todavía!), cuando al hacerlo siempre tenías alguna artimaña para volver a marcarme, para atraerme de nuevo a la red. Claro eran todos episodios algo desafortunados. Y pude recordarlos sin tristeza. Un año para penar puede ser mucho o muy poco pero también puede ser suficiente. Aunque no te veo hace meses y no se qué pase cuando lo haga, creo que al fin puedo decir tranquilamente "Ya no te amo".

lunes, 5 de febrero de 2007

Añoro

En el caso de la mayoría de los seres, los contactos más ligeros y superficiales bastan para contentar nuestro deseo, y aún para hartarlo. Si insisten, multiplicándose en torno de una criatura única hasta envolverla por entero; si cada parcela de un cuerpo se llena para nosotros de tantas significaciones trastornadoras como los rasgos de un rostro; si un solo ser, en vez de inspirarnos irritación, placer o hastío, nos hostiga como una música y nos atormenta como un problema; si pasa de la periferia de nuestro universo a su centro, llegando a sernos más indispensables que nuestro propio mser, entonces tiene lugar el asombroso prodigio en el que veo, más que un simple juego de la carne, una invasión de la carne por el espíritu.

MARGUERITE YOURCENAR, Memorias de Adriano

domingo, 4 de febrero de 2007

Lesbian call

Sábado en la tarde, voy a una reunión con mayoría de desconocidos, la primera desde que dejé de mirar hombres. "Voy a ver qué tal están las chicas", pienso. Desilusión, no hay mujeres (ad)mirables en la mentada junta. Rato más tarde, espiando una conversación ajena, escucho "pero esa mina es lesbiana, no?", "tiene toda la pinta", y me pregunto quién será esa mina y cuál será esa pinta.

Sábado en la noche, cervezas con amigos. "Ahora son todas lesbianas" dice uno de ellos. Quiénes serán todas y dónde estarán, me pregunto yo.

Domingo en la mañana, en la micro de vuelta a casa. Miro hacia afuera y veo "Lesbianas, feministas a marchar".

Y entonces entiendo. No es que el lesbianismo esté de moda y entonces aparezca en conversaciones y carteles. No es la sabida selección de la atención que hace que cualquier cosa en la que estemos interesados nos aparezca repentinamente más atractivo y se vea como si fuera lo que más hay. Es otra cosa. Es el llamado, uno que me hace preguntarme cuánto tiempo más hasta salir del closet, cuánto tiempo hasta poder llamarme lesbiana.